Reseña del libro "Historia de las Aguadas y el Molino"
El agua, desde los comienzos de la humanidad, fue determinante para el progreso. La cercania al agua determinaba el crecimiento territorial y el porvenir economico de las primeras naciones. La proximidad del agua determinaba donde se asentaban los primeros pobladores que llegaban a las nuevas tierras descubiertas en regiones distantes. Ya en el siglo XVIII y principios del XIX, el agua, una vez mas, y por sus aplicaciones, fue crucial para el exito de la Revolucion Industrial. Con solo pensar en la maquina a vapor, una de las innovaciones mas importantes de ese periodo, podemos claramente inferir, la importancia de este recurso natural. Este libro, Historia de las Aguadas y el Molino, de Noel Sbarra, podria parecer un poco ingenuo, sobre todo en estos tiempos del riego por aspersion y de las experiencias sobre aumento artificial de las lluvias. Sin embargo, la palanca que abre el molino de viento, y su importancia al accionarla, rinden un homenaje a los hombres que hicieron realidad la llegada al campo argentino de uno de los metodos mas efectivos, economicos y simples de extraer agua del suelo. Habiendo dicho esto, no debemos imaginarnos que la llegada del agua en el campo argentino fue una empresa facil. Antiguamente, y a falta de otros medios, era menester utilizar al maximo las aguadas naturales: rios, arroyos, lagunas. Fue esta la primera preocupacion de don Juan de Garay despues del repartimiento de tierras del 24 de octubre de 1580: Digo y declaro yo, el general Juan de Garay, que ha sido y es siempre mi voluntad en el senalamiento de todas estas tierras, que entre cada dos fuertes quede siempre un camino que vaya corriendo desde el camino principal hasta los rios y aguadas. Personalidades y personajes de toda indole aparecen en esta breve historia: Juan de Garay, Juan Manuel de Rosas, Clemente Lopez Osornio, Charles Darwin, los uruguayos Rogelio Brito Stifano y Roberto Bouton, Miguel Casbas, el medico aleman Roberto Lhemann-Nitsche, el fray Pedro Gonzalez de Santa Cruz, el coronel Eduardo Racedo, el irlandes Juan Harrat, Miguel Uribelarrea, Pedro Sotelo de Narvaez, Domingo F. Sarmiento, el ingeniero y ex-capitan de infanteria de la marina francesa, Adolfo Sourdeaux, el naturalista Carlos Burmeister, los norteamericanos John Burnham, Andrew Corcoran y Daniel Halladay, y Miguel Lanus, entre otros. Es importante mencionar a Miguel Lanus, que en 1880 introdujo el primer molino de viento en la Argentina. Existen muchos testimonios de intensas sequias en el libro, como la del capitan Alejandro Gillespie, miembro de la infanteria de la marina real al mando de Sir Home Popham, que despues de la reconquista fue confinado a San Antonio de Areco. Cuando llega a ese pueblo en 1806 escribe sobre la seca. Anade incluso que un solo estanciero, don Marcos Zabaleta, habia perdido 10.000 cabezas de ganado, de 60.000 que poseia, a consecuencia de dicha sequia. Charles Darwin, arribado a nuestras tierras en 1833 a bordo del Beagle, relata sobre los efectos de la gran seca que vio en su viaje a caballo de Buenos Aires a Santa Fe. Ya al final de la centuria, la ultima decada especificamente, puede llamarse la decada del molino. La exposicion de Palermo de 1895 se caracteriza por la presentacion, entre las maquinas para el agro, de diversos tipos de molinos. Y llega una nueva conquista, el tanque australiano. El molino es, sobre todo, el milagro y la presencia del agua, la derrota de la sed. O, en algunas ocasiones, la aguja indicadora para orientar en la llanura una direccion determinada, el fiel del rumbo.
