DESDE LA PERSPECTIVA MEDIA EL DOLOR AGUDO CUMPLE UNA FUNCIÓN VITAL COMO SÍMBOLO DE ALARMA. DESDE ESTA MISMA PERSPECTIVA EL DOLOR CRÓNICO HA PERDIDO DICHA FUNCIÓN Y SE HA CONVERTIDO EN LA ENFERMEDAD MISMA, UN PADECER QUE IRRUMPE EN LA COTIDIANIDAD, QUE TRASTOCA Y TRANSFORMA LA VIDA MISMA, NO SOLO DE LA PERSONA AFECTADA SINO DE SU ENTORNO SOCIAL EN GENERAL. EL DOLOR RECURRENTE O CRÓNICO INVOLUCRA AL SUFRIMIENTO, PUDIENDO SER, ASIMISMO, UN MOTOR DE TRANSFORMACIÓN Y CREATIVIDAD Y UN LENGUAJE METAFÓRICO DE LA VIDA VIVIDA. EL DOLOR SE VIVE COMO UN CASTIGO, UNA EXPERIENCIA DE ESTOICISMO, UNA COSTUMBRE RITUAL, UN ACTO DE FE, COMO UNA POSESIÓN Y UNA ESTRATEGIA DE CONTROL, UNA FORMA DE VIDA Y METÁFORA DE MÚLTIPLES Y PROBLEMÁTICAS SOCIALES E INDIVIDUALES: LA POBREZA, EL ABANDONO, LA SOLEDAD, EL SUFRIMIENTO CRÓNICO, LA ENVIDIA, EL ODIO, LA VENGANZA, LA VERGÜENZA, EL RECHAZO, EL ESTIGMA, EL MALTRATO Y LA VIOLENCIA. EL DOLOR ES REFLEJO DE LA FRENÉTICA VIDA CONTEMPORÁNEA, ENMARCA EN LA DESMESURA DEL CONSUMO, DEL DESEO DE LA ETERNA JUVENTUD Y DE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD COMO MERCANCÍA.