En la época actual, hay pocas oportunidades para la meditación y para la reflexión sobre el objeto y razón de ser de nuestra existencia, y acerca de qué es lo que nos guía o nos debe guiar en el camino por la vida. Ante esa poca disponibilidad de tiempo, muchas veces, nos dejamos llevar por la inercia cultural, seguimos lo establecido, sin razonar si lo que hacemos es bueno, es malo, podría ser mejor o si es posible hacerlo en otra forma, con qué lo podemos comparar, o en función de qué lo hacemos. Se suelen seguir a ciegas los clichés preestablecidos por la costumbre, o los paradigmas tradicionales, sin analizar su validez u obsolescencia.