El título de este libro es más que una provocación. Aunque en principio pueda parecer pesimista, tiene un alto significado. Es la apuesta por un mejor futuro, por un futuro que aún está por construir, un futuro que no puede ser dejado en manos de alguna providencia divina, que es ahora más que nunca nuestra responsabilidad y, por imperativo categórico, de las políticas públicas. El futuro para el olvido es el que ya no existe. No vale la pena comprometerse con él.