Las burlas traspasan y contaminan casi toda la literatura áurea cualquiera que sea el género que visitemos. En la poesía se nos presenta con insistencia desde el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa hasta las postrimerías del siglo XVII y su legión de cancioneros burlescos debidos a una pléyade de divertidos y no pocas veces extravagantes segundones.