Las brújulas siempre definieran el norte. Y si por lo motivo que sea, las brújulas fallasen no llegaríamos al nuestro destino. Seriamos desviados de nuestro objetivo. Pues es exactamente lo que estamos viviendo. Pero no que nuestra brújula esté fallando, está señalando el norte, como siempre lo estuvo. El ser humano sigue siendo humano, el adolescente sigue siendo un adolescente, como siempre fue, lo que falla son las lecturas que hacemos de ellos, de sus comportamientos e de sus actitudes. Se yo, que soy el responsable de hacer llegar en un puerto seguro a un barco no sé leer las informaciones que me dan la brújula, estaré corriendo serios riegos de estrellarme en contra de las rocas.