Osvaldo Oragún, comprometido con la realidad social no sólo argentina sino también latinoamericana, desarrolló una poética realista marcada por lo melodramático y la apropiación de procedimientos brechtianos, con la firme intención de conmover al espectador medí ante una identificación compasiva con los personajes positivos de sus textos (hombres justos, bondadosos, que luchan por nobles ideales, como la libertad, la verdad, la justicia, la igualdad, el amor, la compasión), el rechazo hacia una sociedad injusta, sumado esto a la búsqueda de concientización y cambio por parte del público. Su textualidad continúa la ideología estética del teatro independiente cuya propuesta era hacer llegar al espectador un teatro que lo inste a reflexionar sobre la realidad social y lo coloque como protagonista de la historia; y este pensamiento está guiado por una concepción objetivista de la comunicación teatral, a través de la cual se construye una relación de equivalencia entre el mensaje planteado (es decir, los significados propuestos) y los significados recibidos y decodificados por el receptor. El teatro de Dragún transmite ideales sustentados en valores y comportamientos ejemplares con el objeto de que el espectador ambicione convertirse en un hombre nuevo y, consecuentemente, cada uno integre la nueva sociedad.'