La filosofía de Sartre es, en su sentido más profundo, una explicación de la realidad, pero no es la única, desde Tales de Mileto, para quien la physis pampsiquista del mundo había dado materialidad a todo ya existía una explicación a este asunto. Sin embargo, a lo largo de la historia, a medida que el problema ontológico se hacía más importante, se fueron imponiendo dos teorías. Por un lado, el realismo aristotélico para quien las cosas existen independientes del sujeto que las piensa; por el otro, el ideal ismo que, desde Pitágoras hasta Hegel, plantea que las cosas existen en el fuero intelectual del sujeto. Entrada la modernidad y, más específicamente, a partir del racionalismo cartesiano, la dependencia entre el sujeto y el objeto propio del idealismo va a involucrar otro rasgo fundamental, la ontología depende de la gnoseología, puesto que sólo existe aquello que se conoce. Esta postura filosófica, que parece ingenua y sin sentido, debido a que no existe nada en el mundo que se pueda nombrar sin conocerle, y que sólo es posible que exista el mundo para quien lo conoce, tal como ese alguien lo ve y con las características que su subjetividad le imprime, cobra un gran valor y se hace imprescindible.