Unamuno expone eficazmente en esta breve pero densa novela sus doctrinas del sentimiento trágico y de la angustia. El problema de la fe, convertido en drama de un sacerdote, sufre una vigorosa potenciación. La agonía de don Manuel (en el sentido etimológico de lucha con que lo usaba Unamuno) es la misma del autor; en su lucha por la fe, don Manuel busca querer creer.