La poética, bajo la advocación de Erato, musa inspiradora de líricos momentos y desocupados románticos, no deja de ser un género glorificado, como poco transitado. La realidad reclama temas más próximos, más nuestros. Esa ligera digresión se convalida cuando el lenguaje cotidiano se sublima y se recrea para describir poétic amente el mundo esencial del amor, de la pasión, del arte o de la patética derrota. Es