Cuenta Plinio el Viejo (23-79 d. C.) en su Historia Natural que el género del retrato lo inventó la hija de un artesano llamado Butades cuando, ante la partida inminente de su amante, dibujó su perfil proyectado por la luz de una vela en una de las paredes de la cueva donde se hallaban. El retrato adquiría así un poder mágico, se convertía en el sustituto del ser amado y en su recuerdo. Es posible que el contenido de esta leyenda explique en parte por qué el género del retrato, quizá el más importante en el arte plástico desde la Antigüedad hasta finales del siglo XIX, sobreviviera a la aparición de la fotografía y su tiranía por conservar la fidelidad absoluta al modelo, al afán experimental de las primeras vanguardias artísticas de principios del siglo XX, que lo usaron como base para ensayar las nuevas tendencias, a la irrupción de las nuevas teorías filosóficas, que cuestionaban la unidad del Yo, y al auge del psicoanálisis, que desvelaba su cara oculta. Esta publicación, que acompaña a la exposición organizada por FUNDACIÓN MAPFRE, en colaboración con el Centre Georges Pompidou, y que se presentará en Madrid el próximo 26 de septiembre, ilustra con 80 obras maestras del retrato procedentes de los fondos del Pompidou, y los ensayos de prestigiosos especialistas, la evolución del retrato desde principios del siglo XX hasta nuestros días, testimoniando no solo su superviviencia sino la buena salud de la que goza.