El tanguero engominado de cachetes que casi le invadían la boca –y que se enrojecían cuando Pichuco se sumaba al staff de los mareados– es la tapa del libro de Sábat. “La caricatura puede ser una deformación del rostro y la conservación de la esencia, y eso está muy bien. Pero también puede ser una de las grandes disciplinas del arte, una de sus partes esenciales, como en este libro, que no es de un caricaturista sino de un gran artista”. “Mientras siga teniendo derecho a respirar, hacer libros me va a seguir permitiendo conocer mejor los distintos barrios de Buenos Aires”, dijo anoche Hermenegildo Sábat: presentaba Pichuco, un libro en el que homenajea, a través del arte gráfico, a ese bandoneonista porteñísimo que fue Aníbal Troilo. Es que el tango es una de las pasiones del caricaturista uruguayo, que ya publicó sobre el tema Al troesma con cariño y Tango mío.'
"Maravilloso"