Hace noventa años que la Virgen del Rocío lleva su corona de reina, noventa años que el Papa Benedicto XV dio su aprobación para que la Blanca Paloma recibiera uno de los máximos honores que puede recibir una advocación mariana: su coronación. Su devoción más allá de cualquier frontera y sus reconocidos favores fueron mérit os más que suficientes para que los fieles de principios del siglo XX acogieran de muy