No hay duda de que Colombia es un país de extremos geográficos, culturales, sociales y económicos. En este territorio encontramos desierto, llanuras, valles, mesetas y cadenas montañosas que suben hasta los picos cubiertos de nieve que resaltan de forma singular, como los de la Sierra Nevada de Santa Marta, y que descienden luego convertidos en ríos cristalinos a las cálidas aguas del Caribe, al norte. Al occidente del país, por la región del Pacífico, se repliegan caudalosos ríos y frondosas selvas clasificadas entre las más lluviosas del mundo. También entre estos extremos está la región central de los Andes donde, gracias a su capacidad para la agricultura (cuenta con extensos cultivos de café, plátano, papa y otros), reside la mayor parte de la población. Como un agregado a esta variedad de territorio y pisos térmicos, el sur de Colombia hace parte del último pulmón del mundo: el Amazonas. Es en esta entramada geográfica donde habita una variedad de grupos étnicos agrupados bajo una nación. Dicen que los colombianos son unas de las personas más felices del mundo, lo que contrasta con un constante pasado de guerras y conflictos internos causados por la inequidad social y el estigma del narcotráfico. Incluso, esta cualidad persiste a pesar de un alto porcentaje de población desplazada. Estos son los extremos que afectan, de alguna forma, el vivir en esta región.