Cuando los padres de Nico deben mudarse a un lejano paraje al sur del país por problemas de trabajo, Nico queda al cuidado de Harpía Mesquina, su abuelastra. Harpía es dueña de una horrorosa fama que trasciende fronteras: en las ruinas de su palacete francés venido a menos, todos los habitantes sufren del mal de la hambruna. Es que Harpía es un ser muy vil y tacaño, y no duda en quitarle la comida hasta a su propio marido, el abuelo Leopoldo. Lo que Nico no sabe es que además de ellos, también habita la mansión una curiosa familia de fantasmas, algunos sabios, otros temerosos y risueños, que cambiarán la vida de Nico y de todos los habitantes del palacete... incluso de la propia Harpía Mesquina. Como dicen, habrá que esperar (y leer) para ver...'