Es agradable pasear por Bruselas, en los barrios históricos del Pentágono. Se sube a las suaves colinas y se descubren, incorporados en imponentes edificios del siglo XIX, os vestigios de delicados decorados arquitectónicos del siglo XVIII. Lo que subsiste de palacio de Carlos Alejandro de Lorena forma parte de ellos; su entrada semicircular con aire barroco lo torna reconocible aunque se encuentre encastrado entre alas que fueron agregadas ulteriormente. A nuestro alrededor, el Monte de las Artes, con su Plaza de los Museos, no resulta atractivo ya que un proyecto de los años sesenta, poco respetuoso de los monumentos existentes, le quita bastante gracia.