La meditación exige silencio. Cualquier palabra puede interferir ese estado donde nos ponemos en contacto con nuestro se interior.Sin embargo, podemos entrar en meditación en medio de la turbulencia y el ruido externo. Porque es nuestro dialogo interno desordenado y son nuestros ruidos emocionales los que impiden el conveniente fruto del acto de meditar. Ser felices es una aspiración legítima que no puede rehuir la revisión de las barreras que nos impiden alcanzarla. Solo midiendo nuestras limitaciones nos damos cuenta del inmenso potencial que se esconde en nuestra interioridad. Meditar es una forma de hacer surgir, de poner en acción, esas posibilidades de expansión espiritual. La felicidad se comparte. Con pensamientos, palabras y obras. Los fragmentos de que veras, oirás o sentirás a lo largo de estas paginas buscan servir de pretexto APRA un acto que solo te pertenecerá a ti.