Hace años, asistí en Milán a un Simposio sobre medios de comunicación, invitado por una Fundación alemana. Durante un almuerzo informal, tuve una fascinante conversación con un político, por entonces dedicado a trabajar en el gabinete del director de una importante televisión centroeuropea. Fue aplastante la seguridad y convicción con que me dijo que, en ese negocio, los informativos sirven para ganar las próximas elecciones, y los dramáticos, para cambiar la sociedad, adecuándola a los principios de la ideología de su partido.Podemos vivir con mayor o menor resignación en la órbita del vigente despotismo ilustrado. También cabe considerar como alternativa la convivencia de conspirar públicamente todos los profesionales de la comunicación, y los políticos, y los empresarios y los ciudadanos en beneficio de nuestra común convivencia. Entre otras cosas, eso ayudaría a distinguir lo que a veces pedimos de los medios de comunicación, de lo que siempre necesitamos de ellos.