Gordon McNeer regresa con un poemario en la misma línea que el anterior, Mira lo que has hecho, con un gran sentido de la musicalidad. La música de Dylan es un viaje a otro mundo, uno quizás menos cierto pero sin duda más amable. Gordon McNeer se convierte no sólo en el hijo mayor de Dylan sino en su misma voz: transforma sus canciones en poemas habitables, familiares, a veces remotos y otras tantas premonitorios, pero en cualquier caso, sinceros.