Desde pequeño, Jordi Serralonga soñaba con ir a África y emular las gestas de los grandes exploradores del pasado. Tras finalizar los estudios universitarios, tuvo la oportunidad de formar parte de un reducido equipo de arqueólogos y paleontólogos que se dirigían a la región de Peninj, en Tanzania, con la intención de estudiar los orígenes remotes del ser humano.Ahí fue donde por primera vez el investigador entró en contacto con las tribus maasai del lago Natron, y lo que empezó siendo un acercamiento cauto y respetuoso pronto se convirtió en cálida amistad. Tanto es así que los guerreros se mostraron dispuestos a relevar los secretos de sus tradiciones, contando antiguas historias y leyendas que ayudaron a los expertos a reconstruir la vida de nuestros ancestros.Los guardianes del lago es el testimonio de esta experiencia singular que Jordi Serrallonga ha vivido a lo largo de los años, un diario que es al mismo tiempo el cuaderno de campo de un arqueólogo y el homenaje de un hombre blanco a una cultura viva y hermosa que tiene el color de la tierra más fértil.