Cansado y enfermo; perseguido con locura por el comandante federal Oribe y su ejército; Juan Lavalle escapa como puede hacia el norte con sus últimos hombres. Mientras; rememora. Irrumpirán las voces del ayer: su viejo maestro San Martín; Juan Manuel de Rosas; aquel hermano; este Restaurador que ordenó su muerte; su esposa Dolores Correas; tan lejana; y también la sombre infinita del fusilado Manuel Dorrego. Le dirán héroe y asesino. Libertador y golpista. Amante y traicionado. Salvador y enemigo del pueblo.