La octava víctima es la crónica de un par de sucesos particularmente sangrientos, con una serie de elementos en común, ocurridos a comienzos del siglo XIX en el puerto de Londres, y el análisis de la precaria investigación policial y el apresurado juicio legal que, coronando una secuencia de negligencias y errores, dio lugar a la muerte de un inocente. Se trata de los Ratcliffe Highway Murders, sucedidos en 1811 en el East End de Londres. El escenario de los hechos es un lugar que ya no existe, pero que resultará conocido a quienes familiarizados con el Londres de hace veinte años acostumbrasen a tomar copas en el pub «Prospect of Whitby» y deambularan por el barrio de los alrededores de Wapping. El pub todavía existe, pero el barrio ha desaparecido bajo la remodelación urbana de esa zona de Londres. Y es en esa zona, sórdida, lúgubre y espeluznante hace casi doscientos años, donde tuvieron lugar los sangrientos acontecimientos que aquí se describen y analizan. En 1811, dos familias de clase media baja, con comercios abiertos a la calle y casi a cualquier hora del día y de la noche, fueron brutalmente masacradas, sin que se consiguiera averiguar la identidad del autor o autores de los hechos. El pánico social que generaron ambos casos y la impotencia política de quienes percibían de un modo no menos aterrorizado la necesidad de hacer algo, dieron lugar a una sucesión de apresuradas pesquisas y medidas legales que culminaron en el suicidio de un inocente, acusado de los crímenes (John Williams, el presunto culpable, fue o bien asesinado o él mismo se suicidó clavándose una estaca en el corazón). Y la histeria de ciudadanos y autoridades llegó a tal punto que, persuadidos de la culpabilidad del suicida, organizaron una procesión con su cadáver que, después de atravesar el teatro del crimen, alcanzó una encrucijada donde el muerto fue enterrado anónimamente. / 1811, Port of London, this is tyhe story of the called Ratcliffe Highway Murders. The analysis of the precarious police investigation and the fast-paced trial preceded a sequency of errors and negligences lead to the death of an innocent man. All began at thel pub Prospect of Whitby. . .