'Mi madre contaba que una vez, despus de jugar con mis amigu itos del barrio, volv a casa embarrado de pies a cabeza.Que no me ret, porque me vio abstrado por algo que me preocu paba. Yo examinaba mi mano como si fuera algo digno de estud io, y al final llegu a una conclusin fatalista: Qu sucia es la mano humana!''.'