Proyectar una luz sobre los problemas más serios y a la vez no pronunciar una sola frase seria, estar fascinado por la realidad del mundo contemporáneo y, a la vez, evitar todo realismo, así es La fiesta de la insignificancia. En esta novela ve por fin cumplido su viejo sueño estético, que puede leerse como un sorprendente resumen de toda su obra.