Han transcurrido casi dos años desde que el mundo se estremeció con la Operación Sidi, y tres del día en que Alexander McNail guardó bajo llave el Expediente Othalan. El escenario internacional debería ser por fin una balsa de aceite, pero la realidad se empeña en dar la razón a las cínicas palabras que un traidor pronunció escasos minutos antes de morir. Tanto es así, que ese halo de invulnerabilidad que pa