A partir del primer ser vivo, en un proceso que demoró 3.800 millones de años, todo fue una constante evolución hasta que se alcanzó la posibilidad de que se generaran seres inteligentes. En ese camino, el ser humano representa hoy la máxima expresión evolutiva: proveniente de una línea de homínidos que se extinguió por completo, una pequeña diferencia en su secuencia genómica permitió su permanencia y «cuasi» control del planeta. El genoma humano es semejante en casi el 99,9% de toda la población mundial, independiente de su raza, y sin embargo somos todos distintos: hay una condición propiamente humana, llamada inteligencia, que permitió esta gran diversidad. De ese pequeño gran fragmento de la historia del hombre trata este libro.