El mundo de hoyes cada vez más complejo e incierto, y tiene ahora un mayor número de participantes que hacen nuevas exigencias a la educación. Aun así, gran parte de su educación todavía la determina el pensamiento a corto plazo -la preocupación por los acucian tes problemas inmediatos o simplemente la búsqueda de formas más eficientes de mantener las prácticas establecidas. La omisión del largo plazo representa cada vez más problemas para satisfacer los desafíos de la complejidad y el cambio. Las personas que trabajan en educación a todos los niveles necesitan, por tanto, ser capaces de mirar más allá de las limitaciones de las restricciones inmediatas. Los escenarios pueden estimular la reflexión sobre los grandes cambios que tienen lugar en la educación y su entorno general. Ayudan a clarificar nuestra visión de lo que nos gustaría que fuera la escolaridad y cómo lograrla, y los futuros indeseables que deseamos evitar. El pensamiento sobre futuros alternativos en general proporciona herramientas para vincularse al diálogo estratégico aun entre quienes usualmente podrían estar en mundos aparte. Es sobre ayudarnos a formar, no a predecir, el futuro.