Durante muchos años la prevención de adicciones estuvo enmarcada en las buenas intenciones, en las cargas de los juicios morales y en las opiniones acerca de lo que puede ser útil o no en esta área, por suerte los tiempos han cambiado, actualmente es necesario, y una práctica ética y común, desarrollar programas con base científica que reúnan los mejores hallazgos y experiencias en sistemas coherentemente organizados para cumplir objetivos preventivos, incluyendo las modalidades adecuadas de hacer prevención, los niveles preventivos acertados, los dominios pertinentes y las estrategias exitosas que puedan ser evaluadas de manera rigurosa para lograr avanzar en el diseño, adaptación y puesta en marcha de programas que constituyan buenas prácticas.