La apuesta reflexiva y sobre todo experimentar del vínculo cine-filosofía, implica superponer la construcción e investigación de variables de análisis en cuyo universo subyacen nuevos interrogantes y futuras posibilidades en el abordaje de la problemática para pensar desde la filosofía y para la filosofía. El cine, sin duda, un nuevo habitante del pensamiento y las ideas el siglo XXI y la figura del filósofo francés Gilles Deleuze hace que el cine converse en un rizomante juego de imagen-pensamiento a imagen-movimiento en los laberintos de las relaciones discontinuas de las historias de las ideas entre cine y filosofía. Y así, dos preguntas: ¿Qué es el cine? O mejor: ¿Qué es la filosofía después del cine? El punto de encuentro: el director de cine sueco Ingmar Bergman. Y desde la perspectiva del rostro (primer plano) en su cine, se hizo la posibilidad que la constitución cómplice del dualismo Deleuze-Bergman. Y así, en un navío se abalanzaron por los mares de la filosofía nietzscheana, existencialista, la fenomenología (sin que lo fueran), y por los vientos recios de la literatura, la música y el teatro. El cine está para ser pensado. Y como si fuera una sentencia a la tradición filosófica, en el contexto de un nuevo lenguaje de sombras clara-oscuras, Deleuze-Bergman postulan en la recomposición del tiempo en la imagen, un ejercicio de subjetivación del concepto, pre-concepto y el afecto.