El lector se siente ayudado a conversar con Dios de la vida misma: de sus situaciones reales cotidianas, de sus penas y afanes concretos. Por eso Hablar con Dios no es un tratado para ´especialistas´, sino para la gente que encontramos cada día por la vida: para la madre de familia, para el empleado, para el ofi cinista, para el sacerdote, para el profesor. Los más de dos millones de ejemplares vendidos son u
"Exelente el servicio !!!"