Se comprenderá la dificultad de traducir cada uno de estos aforismos, tanto mayor cuanto más sucintos y concretos sean.Se comprenderá, también, que el lector que se acerque a ellos corre el riesgo de extraviarse por caminos muy alejados de los que el aforismo original pretende abrir, algo parecido a lo que podría sucederle a un aborigen australiano que, sin tener la menor idea de tauromaquia, escuchara a alguien decir que el examen de cierto alumno era 'como para cortar las dos orejas y el rabo'. Cada una de las frases, de las imágenes, de las reflexiones que forman este libro -casi un poemario- remiten pues a un contexto que le resultará lejano al lector español, y tal vez exigiría, por lo tanto, un aparato de notas mucho más voluminoso que el propio aforismo.Pero no importa. La palabra dahomeana -la palabra de toda esa zona del frica occidental subsahariana- está muy alejada de ese 'útil de ideología' que nació de la Ilustración, es por completo ajena a ese deseo de definirlo y analizarlo todo que parece patrimonio de nuestra cultura.Hablar con un anciano en cualquier poblado del antiguo Dahomey es un viaje a las fuentes de la metáfora, a las fuentes de lo poético y, por lo tanto, ninguna de estas frases tiene un significado preciso. Son, eso sí, una sugerencia, una puerta abierta a la reflexión por la que puede colarse, incluso, el mundo de los sueños.'