Se da el nombre de romanceros a las colecciones de romances que, a partir del siglo XV, fueron apareciendo en España. Antes de la introducción de la imprenta en la península, los romances se transmitían oralmente o bien eran celosamente coleccionados en hojas sueltas o en libros manuscritos. En el siglo XVI las hojas sueltas impresas se cosían con un hilo y se reunían en colecciones (de ahí el nombre de romances de cordel con el que se las conoce) o bien se imprimían como romanceros.
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