Algo que puede leerse en los cuentos de Wilde es que bajo la apariencia de fábulas inocentes, reivindican los actos gratuitos, la belleza, se oponen a las exigencias prácticas y políticas y descreen, de manera casi despreocupada, de la moral y las moralejas.Oscar Wilde (Dublin, 1854-París, 1900) se vanaglorió de poner el genio en su vida y dejar sólo el talento en sus obras. Sin embargo, la lectura de este manojo de deliciosas narraciones desmiente esa consigna.