Fabiola no era como las niñas de la literatura que tiene cabellos dorados como Alicia, o con los cachetes rosados y llenos de pecas como Pipa la de las medias enormes, que podía cargar un caballo y decir más mentiras que una carreta de actores. (…) sus sueños eran como un largo viaje a otros mundos de sí misma o de todos aquellos mundos que por genética heredaba de su familia.