La abogada Verónica Reina, acuciada por las deudas de su despacho, acepta representar a Alejandro Hinojosa, imputado por un delito de pederastia. La historia adquiere un tono sombrío y misterioso desde el momento en que Alejandro defiende su inocencia ante su abogada al declararse víctima de una maniobra de extorsión hacia su persona por parte de los padres de las dos niñas a las que presuntamente ha agredido y abusado sexualmente. Con su encarcelación se pretende evitar la revelación de una información comprometida sobre malversación de fondos perpetrada en una fundación ultra católica de la que él es un miembro destacado y cuya gestión está a cargo precisamente de los denunciantes.