La Eneida nace como una de las obras más importantes de la literatura latina y termina encumbrándose hasta los más empinados solios de la literatura universal, equiparándose casi con la Ilíada y la Odisea de Homero. El lector debe tener claro, al enfrentarse a esta epopeya, que, si bien está influenciada en gran medida por los poemas homéricos, esta no fue concebida como una secuela. Virgilio entrega a los lectores una historia llena de componentes mitológicos, fantásticos y emocionales, capaz —después de más de dos mil años— de despertar las más intensas pasiones, los más acalorados y constructivos debates y de tocar las fibras más íntimas del ser. ¿O acaso no es demasiado humano sentirse conmovido cuando alguno de los héroes troyanos habla de su derrota?, ¿acaso no cuesta leer los diálogos entre Venus, Juno y Júpiter cuando deciden el destino de Eneas? Una obra de esta magnitud es más que digna de disfrutarse y leerse con el alma. Esta epopeya latina conduce al lector al mundo de las problemáticas más antiguas y a la vez más actuales: la migración, el destierro, el desamor y la muerte. Mucho más que una obra, es un ser pleno de vida, que exuda sensibilidad en todo su contexto.