Hemos vivido, y seguimos viviendo aún, una crisis mundial que despierta muchas preguntas y que necesita de respuestas. Marcela ha encontrado sus respuestas a través de esta novela. He sido testigo del proceso, de su sorpresa, de sus momentos de dudas y de las salidas de los laberintos, tal como lo veremos a lo largo de esta novela de ciencia ficción que, por momentos, más parece una crónica. En un momento tan difícil y crítico, donde la incertidumbre fue el marco y el piso insoportable de cada día y cada noche de 2020, en el que no podíamos mirar hacia ninguna de las cuatro direcciones para escapar de la situación, pues no había país que se salvara de esta pandemia, y en el que ninguna de las preguntas que nos hicimos encontraba respuesta, Marcela drena todas las emociones de su interior haciendo uso consciente de sus dones de escritora, periodista, investigadora y -¿por qué no?- de canal, los cuales la llevaron a encontrar respuestas, no a las preguntas superficiales sobre las causas y soluciones que todos queríamos escuchar para mitigar el dolor, la ansiedad y el miedo al virus, a la muerte, a la soledad, sino respuestas que van más allá y nos permiten ver la trascendencia de momento mundial.