Un pacto faustiano implícito va tomando forma y fuerza en la decadente vida de la aristocracia victoriana, donde la inmoralidad y la superficialidad son reinantes. Dorian Gray es arquetipo de juventud, belleza y hedonismo. Niega su realidad y la de todos al buscar lo imposible: lo eterno. Aquella búsqueda lo condena y lo convierte un personaje visceral y réprobo. Un retrato asumirá las consecuencias de sus excesos y malas decisiones, pero finalmente, su dueño terminará pagando trágicamente los placeres vividos.