El purgatorio como punto de partida remite a la sensación extendida de encontrarse transitando un tiempo de espera social. Precisamente, ésta parece ser la afectividad que desde 2001 hasta la actualidad se instala en los diversos escenarios urbanos que aquí se abordan (Córdoba y Villa María).Las voces de carreros, de pobladores de barrio-ciudad, de trabajadores de empresas recuperadas y de jóvenes empleados de cali centers, ponen de manifiesto que quienes transitan el purgatorio ya pertenecen al mundo del NO -no tienen trabajo, no tienen salud, no tienen educación- o se encuentran atravesando situaciones conflictivas, que remiten a posibles riesgos o pérdidas.Sin embargo. El Purgatorio que no fue cobra diversos significados y se encarna en una multiplicidad de prácticas, evidenciando heterogéneas y desiguales gramáticas de acciones que efectivizan cuerpos distribuidos en una geometría de la dominación. Acciones que exponen tensiones entre la esperanza y la soportabilidad.El purgatorio es además el tiempo de espera al que son derivados quienes no han sido nombrados ni marcados con el signo de la salvación. A contrapelo de esta falta, en la publicación aparecen acciones profanas, con distintas potencias y direcciones, que sin embargo comparten creencias mínimas en el carácter humano -simplemente humano- de la redención.