Con un léxico fluido y por momentos mordaz y realista, Chaminaud se adentra a este tópico tan de actualidad en nuestros días: la corrupción en todos los niveles, no solamente entre nos, pero sí en Sudamérica y en el mundo.Lo original del ensayo es que plantea en forma retrospectiva como este mal ha ido invadiendo como una gran mancha de aceite todos los estratos sociales, muy especialmente aquellos que conforman la llamada dirigencia, ya sea gubernamental, empresarial o política. El fenómeno se viene dando desde 1492, cuando Colón invade a este Continente, al que Chaminaud denomina Indoamérica.La sed desenfrenada de oro que los conquistadores muchos de ellos individuos analfabetos y con antecedentes delincuenciales, buscan a cualquier precio, los induce a exterminar sin piedad al aborigen y en el caso de las tres grandes culturas -inca, maya y azteca- no vacilen en fundir, transformándolos en simples lingotes, a preciosos monumentos culturales de esos pueblos: estatuas, ánforas, joyas. A su vez el fanatismo religioso y la ignorancia los lleva a destruir valiosos códices en los cuales se condensaba todo el elevado conocimiento matemático, astronómico y médico, que a través de miles de años habían logrado atesorar. En el capítulo final Chaminaud ensaya una visión acaso apocalíptica del ulterior destino del hombre y la pérdida de su actual libre albedrío, dentro de un mundo colectivizado, tal como ya lo había esbozado en su libro Cuentos del Hormiguero.