Muy grande, Sebastián tendrá una profesión seria y respetable: encontrador de tesoros, inventor de chocolates o mecánico de sueños. O quizá -justo ahora que se ha enamorado por primera vez- prefiera la deslumbrante profesión de mago; nunca se sabe qué efectos pueda producir sacar del sombrero al estremecido conejo de su corazón.