Este texto propone transformar de manera eficaz, la información colectada en el trabajo de campo durante la investigación de siniestros viales, en nuevos contenidos a incorporar en la Educación Vial -que consideramos el mejor modo de producir cambios de conducta positivos (si no el único)-. Advertimos hace algunos años atrás -y otros colegas con nosotros, en ocasión de intercambiar experiencias en los foros y congresos internacionales de seguridad vial- que la mayoría de los intentos pedagógicos y didácticos llevados a cabo hasta entonces, adolecían de un conjunto de saberes teóricos y prácticos que permitieran al educando incorporar con menor resistencia y mayor comprensión la normativa de su país o región; sin ver a esta última como una imposición, sino como una herramienta para colaborar en un tránsito seguro, desde su rol de conductor o peatón. El tema no es nuevo, pero esta propuesta que hoy presentamos, está motivada en nuevas ideas, nuevos modos de incorporarlas fijando nuevos horizontes educativos, que nos alejen de los clichés, de las remanidas recomendaciones, de las imágenes repetidas y el llamado a tomar consciencia -sin dar mayores fundamentos-.