Una práctica equilibrada de la forma, sin el extremo ampulso que termina por desperdiciar muchos de los intentos narrativos del momento y un conocimiento eficaz de ambientes y tipologías humanas, nos permiten avanzar en la lectura de esta novela. Entre la realidad y el desvarío (esa realidad surburbana en disparidad con el ideal de los personajes), el universo familiar nos entrega un conflicto terciado por la entrega germinal de la aventura y los trances de una vida trillada por la enfermedad.