El autor construye con maestría un puente de palabras entre lo inasible de la infancia y el presente que nos conforma. Cada uno de sus cuentos tiene el aroma de la inocencia que se muestra frágil, bella, temida, única y añorada. Vemos al niño que tendrá que abandonar su mundo para pasar a la juventud y después alcanzar los pasos de sus padres. Pero, ¿querrá llegar ahí para ser como ellos?, ¿querrá una vida similar a la que los adultos conducen? Son preguntas que laten a lo largo de estas páginas. En ellas se genera una emoción pendular pues hace próxima la lejanía de los años pasados y muestra con sus matices, no solo lo tremendo que craquela a la niñez, sino lo que implica vivir con ello hasta el presente...