La elaboración del pan ha acompañado al hombre desde tiempos remotos convirtiéndose nos solo en un alimento básico, sino en aquel que se comparte en reuniones y comidas con amigos y familiares. Sus sabores, aromas y texturas nos envuelven desde pequeños y configuran buena parte de nuestra memoria sensorial. Pero hay algo más allá de su mero disfrute, algo táctil que sólo obtenemos cuando lo preparamos: la experiencia de sentir entre tus dedos la masa que se convertirá en el acompañante perfecto de nuestras comidas o en el plato fuerte que luzca en nuestras mesas.