«¡Socorro!» Éste es el grito de alarma grabado en un grano de arroz que una araña mensajera entrega a Arthur. «Los minimoys están en peligro. ¡No hay un segundo que perder!», piensa nuestro héroe, muy preocupado. Lo malo es que su padre ya ha decidido irse antes de lo previsto y en ese momento aguarda, nervioso, al volante de su coche. Arthur, frenético, tiene el tiempo justo de advertir a su abuelo Archibald: quizá él pueda hacer algo... Pero imaginar a Selenia en tan grave peligro le resulta insoportable. Con la complicidad de su perro Alfred, eludirá la vigilancia de sus padres y volverá a casa de sus abuelos. Es casi medianoche, la hora fatídica en que el rayo de luna iluminará el catalejo de Archibald y provocará la apertura de la puerta que da al mundo de los minimoys. Por desgracia, una nube avanza por el cielo nocturno y se dispone a tapar la luna
"Llega en buen estado y en la fecha indicada"