Acta del Juicio

Edgar Lee Masters · Pre-Textos

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Reseña del libro

Ocurre con este libro lo mismo que con aquellos memorables epitafios de la Spoon River Anthology, cuando uno lo cierra está inundado por la convicción no sólo de haber asistido a un acontecimiento literario de primera magnitud sino –y esto es, quién lo duda, mucho más inusual que lo primero– de haber tocado con los dedos una extraña, milagrosa y salvífica piedad por todo lo que concierne a los hombres, una piedad que, lejos de falsearles, les ha encarnado en su verdadero ser, igual que el rostro de la persona amada se encarnaOcurre con este libro lo mismo que con aquellos memorables epitafios de la Spoon River Anthology, cuando uno lo cierra está inundado por la convicción no sólo de haber asistido a un acontecimiento literario de primera magnitud sino –y esto es, quién lo duda, mucho más inusual que lo primero– de haber tocado con los dedos una extraña, milagrosa y salvífica piedad por todo lo que concierne a los hombres, una piedad que, lejos de falsearles, les ha encarnado en su verdadero ser, igual que el rostro de la persona amada se encarna bajo la caricia, igual que nuestro rostro se encarna sólo cuando lo acaricia aquel que nos ama. La única preocupación literaria y moral de Masters es ser fiel a ese gesto de amor que nos hace entender de pronto la vida de los demás como el mismo fluir ambiguo y no siempre comprensible que es a veces nuestra propia vida. Ésa es la cualidad del amor, sentir ese vacío del otro, atender a sus razones, responsabilizarse de él.Edgar Lee Masters (Garnett, Kansas 1868 – Melrose Park, Pennsylvania, 1950. Era hijo de un abogado y abogado él mismo. En 1911 abrió su propio bufete. Conoció un éxito enorme con su Antología de Spoon River (1915). En sus últimos años, renunció a trabajar y se recluyó en el Hotel Chelsea de Nueva York, donde vivió de los préstamos de unos pocos amigos.Lee Masters participó en el movimiento literario Renacimiento de Chicago, combatió el belicismo imperial de Norteamérica –fue un crítico implacable, a finales del siglo XIX, de la guerra contra España en sus últimas colonias– y dio testimonio de una sociedad despiadadamente clasista.Bajar cubierta para prensa

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