Los muiscas tuvieron la oportunidad de elegir el mejor lugar sobre la faz de la Tierra. Seguramente este desapareció en el fondo del mar en lo que hoy es el océano Pacífico. Su filosofía, templanza, justicia y teología quedó plasmada en la cerámica y los tunjos de oro; y al ser tan ricos, debieron ser el botín de civilizaciones tan antiguas en la era reciente como los asirios, los persas y por supuesto la Grecia arcaica, hasta sucumbir hace ocho centurias, bajo la Dinastía Ye Yuan tras la guerra declarada por los mongoles a los incas, que en sus primeros intentos solo doblegaron a los pueblos de Mesoamérica, por haber sido imperios de fácil emboscada. Entonces, cuando el mundo estaba intercomunicado y aún después medianamente sumergido, la historia era la misma y el génesis bíblico se escribía por cuenta de los descendientes del Antiguo Depredador Animal: Mu. (ADA Mu). El libro narra cómo los muiscas, al separarse las masas continentales, se entrelazan y luchan por la supervivencia, contra otros pueblos y las mismas fuerzas divinas que quisieron exterminarlos.
"Es importante conocer estas historias. Hacen parte de nuestra historia y de nuestro futuro."